Propedéutica
Clínica es el estudio de los conocimientos preparatorios necesarios para la
enseñanza clínica, o conocimientos preliminares clínicos como también se les ha
llamado.
En
Propedéutica Clínica estudiaremos dos partes fundamentales: Semiología y
Sindromología.
Semiología,
o más propiamente semeyología, dado su origen griego, es una palabra compuesta
(semeyon: signo; logos: discurso), que significa el estudio de los signos, es
decir, que de acuerdo con su nombre, esta parte de la Propedéutica Clínica
estudia todos aquellos fenómenos que por su propia naturaleza o por simple
convención evocan la idea de enfermedad.
Síntomas:
A
estos fenómenos patológicos, objetivos o subjetivos, que acompañan a la
enfermedad, que “caen con” la enfermedad, se les llaman síntomas (del griego,
symptoma, del verbo sympipto: caer con, caer junto con otro).
Los
síntomas accesibles tan solo al examen introspectivo del enfermo, se llaman
síntomas subjetivos; en tanto que los que pueden encontrarse por la observación
médica reciben el nombre de síntomas objetivos.
Clasificación de los síntomas.
La
importancia de los síntomas y su variedad, demanda una buena clasificación.
Los
Síntomas subjetivos son los que solamente puede percibir el enfermo (cefalea y
otros dolores,
vértigo, hormigueos, calambre, falta de apetito, decaimiento, etc.). Hay
síntomas, sin embargo, que son, a la vez, subjetivos y objetivos, como la
disnea.
Los
síntomas pueden clasificarse también en generales, locales y alejados o a
distancia. Se denominan síntomas generales aquellos que expresan una alteración
o disturbio de todo el organismo, como la fiebre o la hipotermia, el
adelgazamiento, el decaimiento, etcétera. Los síntomas locales, son, por el
contrario, los que se encuentran en cierta forma circunscritos, en relación
estrecha y directa con el sitio de la enfermedad. Entre ellos podemos mencionar
el aumento de volumen o disminución de una víscera, el enrojecimiento
inflamatorio, los estertores crepitantes de una neumonía, los signos
radiológicos de un proceso respiratorio (pulmonar), o de otro
sistema, etcétera.
Se
llaman síntomas alejados o a distancia a los que se manifiestan en órganos distintos de aquellos
en que radica la enfermedad. Pueden ser reflejos, tóxicos u hormonales, de
acuerdo con el mecanismo que los produce. En los síntomas reflejos, el fenómeno
tiene lugar por vía nerviosa, como la dilatación de la pupila que acompaña a
ciertos procesos del vértice pulmonar, o los vómitos de una apendicitis, o el dolor
del glande y del testículo en la litiasis renal. Los síntomas tóxicos dependen
de una intoxicación, como los vómitos en la uremia, los trastornos del ritmo
respiratorio en la diabetes descompensada, en la acidosis y en la misma uremia.
Finalmente, los síntomas de origen hormonal se deben a la acción o a la falta
de determinadas hormonas segregadas por las glándulas de secreción interna.
Entre ellos podemos mencionar los trastornos óseos que acompañan al adenoma
eosinófilo de la hipófisis (acromegalia), el mixedema del hipotiroidismo, el
hirsutismo y la caída del pelo de ciertos procesos endocrinos.
De
acuerdo con su valor diagnóstico, se clasifican los síntomas en comunes y
patognomónicos. Son síntomas comunes, también llamados indiferentes, banales, equívocos
y plurívocos, aquellos que pueden encontrarse en diversas enfermedades, por lo
tanto, son de un valor diagnóstico muy limitado. Pueden citarse entre ellos la
anorexia, el decaimiento, la cefalea, los vómitos, etcétera. En cambio, los
síntomas patognomónicos, también llamados característicos o unívocos tienen un
gran valor diagnóstico y denuncian con su sola presencia la existencia de
determinada enfermedad. Rigurosamente hablando, casi no existen los síntomas
patognomónicos, más bien se consideran como tales ciertas agrupaciones
sintomáticas o síndromes. Pudiera mencionarse como síntoma patognomónico el
chasquido de apertura de la válvula mitral a la auscultación en la estenosis
mitral de etiología reumática.
Síndrome.
Se
conoce con este nombre el conjunto de síntomas y signos que de un modo
frecuente se presentan asociados siempre de igual forma, pero que pueden
corresponder a etiologías distintas. Por ejemplo: el síndrome ictérico con
todas sus características clínicas, puede ser producido por alteraciones de los
glóbulos rojos (íctero hemolítico), alteraciones hepáticas (íctero
hepatocelular) y alteraciones de las vías biliares (íctero obstructivo).
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